¿Cuántas veces has oído o leído que la primera impresión personal es la que cuenta? Imagino que muchas. Yo he probado que impacta mucho pero se puede hacer algo al respecto si se tiene otra oportunidad. Aunque generalmente no se tiene, hay que conservar las esperanzas. Como dice un conocido comercial del refresco Sprite: “Las cosas como son”.
Mis amigas me han hecho algunas sugerencias frente a mi imagen personal que no es la mejor (según ellas). Ante esto, decidí hacer dos experimentos para comprobar la hipótesis de los cinco minutos de la impresión que causa una imagen personal. Primero, conscientemente observé mis reacciones cuando interactuaba con alguien desconocido que llega a mi oficina y segundo, hice pequeños cambios en mi manera de vestir, de sonreír y de saludar a alguien que vi por primera vez. También incluí el análisis de la re-impresión de quienes me tratan todos los días.
Primer experimento: Observando la impresión que me causa una persona.
Mi oficina queda justo enseguida de la oficina de la recepcionista. Cuando por algún motivo ella se ausenta, a la primera persona que abordan es a mí. Me sucede muy a menudo. Esto me ha permitido desarrollar habilidades para tratar con todo tipo de personalidades.
En la semana que decidí aplicar mi experimento consciente. Tuve mi primer encuentro, era un proveedor que deseaba dejar unos documentos requeridos por el área de compras. Al ver la recepción sin atención, se acercó a mi oficina buscando orientación. En el instante que me estaba explicando lo que necesitaba noté lo siguiente en mí:
1. Me fijé en la expresión del rostro.
2. Me fijé en la ropa que llevaba puesta.
3. Al tiempo que las dos anteriores, ese encuentro me producía una percepción: es un ejecutivo de rango medio, muy educado, con mucho cuidado de su imagén personal. Estaba impecable.
Si me hubiese llevado una mala impresión allí se había quedado. La oportunidad de refutar lo que percibí era remota. En ese instante la impresión personal que tuve de él fue muy buena.
Segundo experimento: Mi propia impresión personal.
Dado que mis compañeras de trabajo han insistido en que no he dado la atención adecuada a mi imágen personal, teniendo en cuenta el entorno es que me desenvuelvo donde se requiere un mínimo de coherencia entre lo que eres y lo que pareces, decidí hacer unos pequeños cambios. En resumen, apliqué kaizen (pequeños cambios y constantes).
Primero, hice un recuento mental de las observaciones que me han hecho:
— Amiga, te ves mejor con el cabello suelto y liso (mi cabello es de ondas rebeldes).
— ¿Por qué usas tanta ropa de color negro? ¿Estás de luto?
— Cuándo usas calzado de tacón alto, caminas muy elegante.
— ¿No te gustan los vestidos? Ayer te ví con uno y te quedaba precioso.
A estos comentarios, le sumo las caras de “esta se equivocó de reunión” que me han hecho algunas veces.
La preparación para el experimento
Con todo el material recopilado saqué toda mi ropa del closet y empecé a clasificar.
¡Oh sorpresa! De verdad, el 80% de mi ropa era de colores oscuros. Predominando el negro. Tenía tres vestidos, dos de color negro y uno fucsia; una falda tubular negra (¿también? ¡Siii!), muchas blusas de colores varios (el 20% de toda mi ropa) y pantalones (50% jeans y 50% ejecutivos).
En zapatos, tengo tres pares de bailarinas (negras y grises), dos pares de sandalias en plataforma (negras) y unos zapatos ejecutivos de color negro.
Con este inventario, a leguas identifiqué que tenía que hacer un cambio. El negro es mi color favorito pero no puede ser tan predominante en mi ropero. Con treinta y tres años, me viene bien mezclar con tonos más vivos que resalten mi tez trigueña (eso dicen los gurús de la moda).
El experimento en ejecución
Elegí un atuendo casual, jeans (vaqueros) de bota ancha que me tapaban los tobillos, una blusa de manga larga amarilla un poco suelta y larga a media cadera, y sandalias negras de plataforma. El complemento fue el cabello suelto con un buen alisado, maquillaje suave y cero accesorios porque aún no los soporto.
De las personas nuevas con las que interactué, percibí un cambio de actitud.
En mi casa, la respuesta emocional fue un esposo admirado por mi nuevo look y una hija ataviándome de elogios: ¡mami, estás muy hermosa!
En cuanto a mi entorno laboral, el resultado fue una oleada de buenos comentarios:
— ¡Uy! ¿para dónde vamos tan radiante, compañera?
— ¿De amarillo? Te queda precioso.
— Ese cabello se te ve hermoso. Deberías usarlo así más a menudo.
— Sucedió algo hermoso ayer, te ves muy feliz. A veces pareces enojada.
Fue un pequeño cambio el que realicé y generó una respuesta emocional diferente. De hecho, me sentía con más energías, mas dispuesta a sonreír, más bonita, más acorde con el lugar.
Ahora, creo que la percepción de los cinco primeros minutos si se puede mejorar, solo si y solo si tienes la oportunidad de mostrar un cambio. Por tanto, es una verdad a medias. La prueba está a la vista.
Ahora, ¿cómo mejorar la primera impresión si tienes la oportunidad?
Te recomiendo seguir las siguientes indicaciones. Puedes añadir otras si las consideras necesarias:
- Escuchar las sugerencias de tus mejores amistades y seres queridos.
- Analizar tu vestuario.
- Leer las recomendaciones de sitios de belleza respecto a los colores, cortes y ropa adecuada para ti. Lo más fácil es un asesor de imágen. Todo depende de tu presupuesto. Yo prefiero experimentar.
- Analizar tus actitudes en el trato con las personas.
- Hacer un pequeño cambio cada vez, observando la respuesta emocional que percibes y felicitandote por tus pequeñas victorias. Lo importante es como te sientes.
- Hacer los ajustes que consideres convenientes. ¡Listo!
No es fácil cuando te has acostumbrado a vestir y actuar de cierta manera. Por eso, el cambio no lo puedes hacer de manera drástica porque rápido vuelves al sitio donde estabas y ahí te quedas.
Todo lo debes hacer paso a paso, de manera incremental hasta que forme parte de tus hábitos. Sólo te cuento lo que me funcionó durante los experimentos. Si deseas, puedes probar otro método que te lleve a lo mismo.
Conclusión final
La imágen es un factor determinante en muchos aspectos. Incluso es un tema muy trabajado por las empresas para mantener la fidelidad de sus clientes, para incentivar el consumo de un producto, para fijar su identidad corporativa de cara a la estrategia para cumplir su visión. Por esta razón, también es muy importante la imágen para la fijación de tu marca personal.
Alguna vez leí por ahí algo que refuerza lo antes expuesto: “Antes de demostrar que eres (obviamente, debes ser), debes parecer lo que dices que eres“.
Que la primera impresión es vital, es cierto. Sin embargo, no es para morirse si te fue mal. Si tienes otra oportunidad, aprovécha para mejorarla.
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