Marion está tomando un poco de sol en su parque favorito. Al frente suyo tiene un enorme lago. Es un buen lugar para reflexionar sobre cosas de su vida. De paso, tiene un momento para estar sola. ¿Por qué sola? Es una madre dedicada a sus hijas y esposo, también necesita un rato para compartir consigo misma. Es muy necesario.
A ella le gusta observar un árbol que se encuentra sembrado en la isla que está en la mitad del lago. Todas las tardes se llena de garzas, pareciera que él se hubiese llenado de nieve.
El motivo que la ha llevado allí son sus miedos. Ya venció el miedo a exponerse en redes sociales, pero… Aún siente un miedo mucho peor que ese: teme al fracaso.
¿Fracaso? ¡Si, fracaso!
Somos bombardeadas diariamente con anuncios que como debe ser el éxito que el sólo pensar en fracasar nos asusta.
El lío de las expectativas
Las madres emprendedoras como nosotras tenemos nuestras propias expectativas a cumplir. Nos vendemos la idea de ser exitosas en todo. Fracasar no está incluido. Así que nos negamos el aprendizaje de fallar de vez en cuando. El qué dirán alimenta ese miedo tortuoso a fracasar.
Yo te pregunto: ¿Y qué si fallamos? ¿Y nosotras donde quedamos? Parece que vivimos para los demás.
Es cierto que debemos esforzarnos por aportar valor en lo que emprendamos pero eso no tiene nada que ver con ser mejor que mejor que tal o cual. Todas somos distintas y únicas.
La perfección no existe y detractores tendremos siempre. Yo los llamó ladrones de sueños.
Revisa tu misión y visión de vida, y actúa en consecuencia. Mientras tengas claras tus metas, lo demás no importa. Es tu camino, sigue adelante.
Cuando ella estaba en el colegio, los profesores le exigían ser la mejor. Sus notas tenían que estar entre 4 y 5 para estar en el rango de los excelentes.
Tener nota de 3 no la ponía entre las mejores pero tampoco entre las peores. Pero pobre de ella si sus notas estaban por debajo de 3, significaba que había fracasado.
¿En serio? ¿Medían el fracaso en números?
Nunca la prepararon para perder. Tenía que ser la mejor y eso lo medían con números no con habilidades.
Con ese chip se enfrentó a casi todo en la vida. Ser la mejor persona, la mejor mujer, la mejor mamá, la mejor esposa, la mejor ejecutiva. ¡Que estresante!
Pues sí, buscando ser la mejor, no se permitía fracasar y por lo tanto, se perdía la oportunidad de aprender.
La educación que hemos recibido a lo largo del tiempo es para ser exitosas siempre. Sólo vale una cosa, ser la mejor. Por esta razón, cientos de deportistas que alguna vez estuvieron en la gloria caen en depresión porque solo conocieron una cosa: estar en el podio.
No digo que no hagas las cosas mejor que imposible. Eso es diferente. Lo que te digo es que no vivas para las expectativas de los demás. Si eres buena en lo que haces, lo demás vendrá solo. La excelencia se nota y no necesita que alguien te encasille en un número.
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Cómo superar el miedo al fracaso
Ahora, sentada en su parque preferido sintiendo ese mismo temor que le han inculcado toda la vida piensa mentalmente:
-¿Y si no funciona? ¿Y si mi proyecto no gusta?
El miedo al fracaso es primo hermano del síndrome del impostor del que te hablaré en otro artículo. Está tan arraigado en muchas madres emprendedoras que el solo hecho de avanzar genera comparaciones odiosas con otros referentes en el tema.
Oye, no esperes ser Oprah Wibfrey de la noche a la mañana. Ella al igual que tu empezó de la nada, con los mismos temores y superarlos la tiene donde está.
No mires el resultado que ha obtenido quien admiras, mira el proceso que hizo para llegar allí.
Para mí solo hay tres cosas que sirven para vencer el miedo a fracasar:
1. Rodéate de las personas adecuadas
Marion daba tantas vueltas en su mente que estaba por terminar mareada. No era fácil para ella. Esta rodeada de personas que nunca han emprendido y por supuesto, la llenan de temores todo el tiempo.
—Deberías concentrarte en tu trabajo y dejar pensar tonterías. Estas en una de las mejores empresas del país y ganas muy bien-Dice su madre.
—Marisol inició un negocio de zapatos y ya está quebrada. Deberías aprender de los espejos – dice su mejor amiga.
Con tantos ladrones de sueños, casi termina con las piernas temblorosas sin ganas de hacer nada.
Sigo insistiendo que somos el resultado del 5% de las personas con quienes interactuamos.
No estoy diciendo que no le vuelvas a hablar a tu madre y que cortes con tu mejor amiga. Lo que te digo es que busques escenarios donde se encuentren personas como tú y aprende de ellos.
Con tu familia y amigos habla de las cosas que a ellos les interesa y lo tuyo, con quienes te impulsan a crecer. ¡Asi de simple!
Es cierto que quisiéramos que las personas más cercanas conectaran con nuestra misión pero la mayoría de las veces no es así. Así que no te compliques la vida.
Por ejemplo, yo estoy en una comunidad de emprendedores creada por el blog Superhabitos.com y allí doy rienda suelta a mis dudas, comparto con otras personas que tienen el mismo objetivo que yo. También he creado un grupo para madres emprendedoras como nosotras.
2. Recuerda tu propósito
Estaba absorta en sus pensamientos cuando mira hacia el cielo, ve una hermosa águila volando. Ha recordado lo que leyó de esta gran ave.
Cuando llega a cierta edad, se renueva para seguir viviendo. Sabe que sino lo hace, su destino será morir.
Baja su rostro y se dice así misma:
—Yo quiero ser como el águila. Dispuesta a reinventar su destino y volar tan alto como pueda.
Pregúntate la razón por la que has decidido emprender. ¿Quieres ser águila o pollo? Perdóname la comparación tan patética pero no encontré otra.
Si tu propósito es ser cómo águila para volar hacia tus sueños, conecta con él. Actúa en consecuencia. Tomá tu paracaídas y lánzate al vacío de tus sueños. ¡Vuela!
Aprovecha el miedo que sientes y míralo de frente. Hazte las siguientes preguntas:
¿A que le temo de verdad?
¿Por qué siento este miedo?
¿Qué me falta aprender para disminuir el miedo que siento?
¿Qué haría sino tuviera miedo?
Cuando te enfrentas a ti misma de esta manera, estas aterrizando tus temores y descubres que a lo mejor estás enmascarando otras cosas.
—¿Acaso tu no sienes miedo a fracasar? Te imagino preguntándome. ¡Claro que lo he sentido! Solo que lo enfrento como te dije y sigo avanzado.
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3. Aprende las lecciones de tus fracasos
Hay algo tan seguro como morir y es fracasar. Mientras lo tengas claro, le pierdes el miedo. ¿Qué lo evita? Aprender de tus caídas pasadas.
Michael Jordan falló muchos tiros en partidos decisivos. Sabía que podía pasar y se preparaba para obtener mejores resultados. Aprendía en que había errado y mejoraba.
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Conclusión
No te estoy diciendo que te tomes en serio fracasar todo el tiempo. Lo que quiero decirte es que la posibilidad siempre estará latente y la actitud con que la abordes hará la diferencia.
Mejora lo que tengas que mejorar, hazlo paso a paso, sin prisa y sin pausa. ¡Vive el kaizen!
“Puedo aceptar el fracaso, pero no puedo aceptar no intentarlo” Michael Jordan.
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