Hoy te comparto un artículo más personal. No porque me veas conectada “todo el tiempo” en Facebook, Twitter o Instagram quiere decir que me olvidé de la vida offline ¿o sí?
Si me observo, el smartphone se ha convertido en parte de mis extremidades superiores. Me hecho muchas veces la pregunta ¿podría vivir sin redes sociales?
Seguro te ha pasado lo mismo y no lo has notado. O sí, pero te puede el hábito de revisar cositas en tus redes sociales favoritas.
Decidí hacer un experimento para validar que tanto me he vuelto dependiente. Más que todo cuando quisiera estirar las horas para dedicarle tiempo a mis hijas, a mi esposo y mi negocio como es debido.
Mi negocio gira alrededor de las redes sociales y es normal que reciba consultas de clientes regulares y potenciales por Facebook.
En las noches cuando estoy dedicando mis horas sagradas a mi negocio, he tenido la siguiente conversación con mi niña mayor:
—Mami, si yo fuera tu computador o tu celular ¿jugarías conmigo?
—¿Por qué dices eso?.
—Es que siempre me dices que estás ocupada trabajando y cuando te miro, estás mirando tu celular muy contenta. Entonces pienso que podría hacer para que tu quieras estar conmigo. ¿Es más importante tu celular que yo? —me dijo Laura, mientras rodaban lágrimas por sus mejillas.
Me quedé pensando en las horas que me pierdo del mundo. Si bien estoy haciendo esto por ellas porque he definido como mi mayor objetivo el ser madre presente y vivir todas sus etapas, a veces me dejo “tragar”.
Apagué el celular y jugué con ella hasta que se durmió. Al rato lloré mucho, el impacto de sus palabras todavía retumbaban en mi cabeza.
Tomé una decisión: por una semana me olvidaría de todo el tema digital y sólo usaría el celular para hacer o recibir llamadas urgentes. Así que me propuse salir del modo zombie por siete días.
Un negocio se puede levantar nuevamente pero el tiempo con los hijos, no se recupera nunca. - Retuitealo ahora
Abandonando las redes sociales [Experimento]
El primer día, desactivé todas las aplicaciones de redes sociales y para evitar las tentaciones, desactivé mi plan de Internet móvil.
Programé las publicaciones de la semana de mi página de Facebook y mi cuenta de Twitter. También acordé con mis clientes, mi receso en la administración de sus redes sociales. ¡Gracias a Dios hay montones de herramientas para hacerlo!
Al principio no fue fácil. El piloto automático me empujaba a tomar mi celular. Tuve el mismo reflejo cientos de veces. Esto explica por qué nos distraemos con facilidad: se ha vuelto un hábito.
En la noche al llegar del trabajo, ponía mi celular en la mesa de estudio y jugaba con mis hijas. Muchas veces, me vi como loca buscándolo.
—¿Te traigo el celular, mami?.
—¡No lo necesito! Sigamos jugando.
—¿Estás segura?
—¡Si! —Le dije deseando que me tragara la tierra.
—¡Wiii, que felicidad! —decía Laurita.
Al segundo día, mi cerebro se estaba acostumbrando a vivir desconectada. Los días siguientes ya ni me acordaba donde lo había puesto. Mi problema era ya que me ubicaran. Incluso se me perdió y tuve que comprar uno nuevo.
Cosas que aprendí de una semana sin redes sociales
1. Nos volvemos dependientes de ellas
La tentación de revisar continuamente las últimas noticias de los amigos y las interacciones de clientes termina conviertiendonos en zombies.
Una conversación por chat, se vuelve más importante y divertida que una personal. ¿En serio cambiamos lo físico por la ilusión?
¿Has visto cuantas personas en un restaurante se miran mientras comen? ¡Pocas!
Lo malo no son las redes, lo malo es que estamos reemplazando la belleza de una conversación cara a cara por una lluvia de emoticones. Peor aún, dejamos de lado personas importantes como nuestra familia y amigos cercanos.
Esta bien que trabajes con ellas, como yo, pero que no te quiten lo que importa.
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2. Perdemos capacidad de concentración
Ante el acceso a pedir de boca de información en tiempo real y las múltiples opciones que tenemos para pasar el día, solemos poner cuidado en varias cosas y a la vez en nada.
¿Has tenido abiertas varias ventanas del explorador, entre ellas tus redes sociales favoritas? Pues eso hace que en un dos por tres, termines donde no es el momento, haciendo lo que no es importante (a menos que seas community manager y sea parte de tu trabajo) y con montones de cosas pendientes.
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3. Nos perdemos los momentos importantes.
¿Cuántas veces tus seres queridos te han reclamado atención porque estás obnubilada con tu celular? Imagino que miles.
¿Has ido a tomar un café con una amiga que está pendiente de todo menos de ti y piensas que mejor te hubieses quedado en casa?
¿Te habla tu pareja y ni te acuerdas de lo que dijo porque estabas viendo en Facebook las fotos de las recientes vacaciones de tu mejor amiga?
Aunque no lo creas, esas cosas las he vivido y las he visto en muchas personas.
Parece que lo importante fuera ese aparato rectangular con luces de colores y emoticones por doquier.
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4. Se puede vivir sin las redes sociales.
Aún cuando tengas una página de empresa en Facebook que soporte tu negocio, puedes vivir sin redes sociales.
Hay muchas herramientas para automatizar publicaciones, vender, medir y mucho más.
No estoy diciendo que te vuelvas un robot. Para responder a tus seguidores y clientes puedes determinar unos tiempos fijos (no te demores, por favor). Haz que tu trabajo en Internet no te robe el tiempo de tu vida personal.
¿Me perdí de algo en estos 7 días de desconexión? ¡Nada! Todo fue ganancia.
Disfruté a mi familia y amigos con todo el alma, aumentó mi creatividad y me llené de más energías.
Tenemos una sola vida y no está en Internet.
¿Es díficil? Por supuesto, se trata de cambiar un hábito, pero no imposible.
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Conclusión
—Mami, eres la mejor del mundo. Por un momento llegué a pensar que yo no era importante para ti. Quiero que juguemos mucho, mucho, mucho, todos los días.
La tecnología se hizo para acortar distancias y hacer la vida más fácil, no para escaparnos de la vida que se va pasando sin que nos demos cuenta.
Son más hermosos los atardeceres en vivo y en directo, las sonrisas de nuestros niños cuando los ves a la cara, el coqueteo de nuestra pareja cuando le prestamos toda tu atención y la sensación de libertad.
Tienes un negocio para ser libre y las redes sociales deben ser una herramienta.
Que nada te robe el tiempo para lo más importante. Los negocios acaban pero la familia, seguirá ahí.
Y sí, ¡se puede vivir sin redes sociales!
Cuéntame que tan “adicta” estás a las redes sociales y qué tanto han afectado tu vida.
Imagén cortesía de Shutterstock
Gracias, Isra García por pasarte por aquí.
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