Vencer las actitudes tóxicas son una tarea permanente. Hay actitudes muy arraigadas en el subconsciente que requieren mucha introspección y voluntad de mejorarlas.
Yo siempre he creído en la estrategia de los 12 pasos. Así que me planteé un experimento para interiorizar 12 actitudes nuevas que de acuerdo con el análisis de mi personalidad requiero mejorar para fortalecer mi marca personal (recuerda que lo que no ven los otros es lo que más trabajo necesita).
De eso se trata la filosofía del kaizen, mejoras paso a paso y sostenibles a largo plazo.
Dado que mis actitudes tóxicas afloran en el trabajo, elegí una actitud a interiorizar por 12 días hábiles (excepto sábados y domingos porque no trabajo esos días).
Cada día escribía en mi perfil personal de Facebook (debí hacerlo en la página de fans), los resultados obtenidos.
Este es el post más largo que he escrito en la historia de Kaizen Éxito, pero te aseguro que vale la pena. Aprendí mucho y estoy segura que tú también lo lograrás a medida que lo lees.
Experimento 12 días y 12 propósitos para vencer las actitudes tóxicas
Día #1. Ver lo positivo en todo.
Aunque todos los excesos son malos, en este caso, es de mucha ayuda. Con tantas cosas buenas que nos pasan en el día, concentrarnos en lo no tan bueno es una pérdida de tiempo.
No se en qué crees, si en una fuerza superior, en la energía vital, en la naturaleza o en Dios (cómo es mi caso), pero siempre he dicho que todo pasa por alguna razón. Hay muchas lecciones en las crisis y en los malos momentos. No se mueve una hoja sin la voluntad de Dios.
Ahora, en un día de oficina o en tu negocio, sentarse a masticar lo malo es como comer ají todo el día. Terminamos con la boca quemada.
¿Qué resultado obtuve? Me libre de la ansiedad y pude ver con el cristal del amor las cosas que me han sucedido. Hubo muchas cosas que francamente no tenía sentido ni pensarlas.
Lección aprendida:
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Día # 2. Sonreír siempre.
Nada mejor que una sonrisa sincera. ¿Pero si no me dan ganas de “mostrar” mis dientes? No se trata de fingir, se trata de darla de verdad.
Cuando no se tiene el hábito de hacerlo es complicado, por lo tanto, hay que volverlo un hábito. Piensa que esa otra persona eres tú quien recibe la bienvenida con una amable sonrisa.
¿No te gustaría estar pasando un momento triste y encontrarte un compañero que te dice los buenos días con una sonrisa de oreja a oreja que se contagia? ¡Bueno, a eso me refiero!
Recuerda que todo lo que das, regresa a ti multiplicado.
A mí me pasaron cosas muy agradables al cambiar mi “cara de puño” por una gran sonrisa y un halago sincero. Sentí el ambiente más amable, agradable y lleno de amor. Entendí que mi actitud empezaba a darme felicidad.
Hay una poema hermoso que atribuyen a Gandhi (si no es así, te agradecería me ayudaras con el autor original) y que expresa todo lo que he aprendido aplicando este propósito:
Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la da.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo a veces es eterno.
Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella,
y nadie es tan pobre que no pueda
enriquecer con sus beneficios.Una sonrisa es descanso para los fatigados,
luz para los decepcionados,
alegría para los tristes
y el mejor antídoto contra las preocupaciones.Una sonrisa no puede comprarse,
no puede obtenerse por caridad,
no puede robarse ni puede ser prestada,
porque una sonrisa es algo que a nadie rinde beneficio
a menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.Y si, en el trato con nuestros compañeros
alguien está demasiado cansado para
brindar una sonrisa, regálale una de las tuyas,
pues nadie necesita tanto de una sonrisa,
como aquel a quien no le queda ninguna que ofrecer.
Lección aprendida:
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Día # 3. Hacer una sola cosa a la vez.
En mi día a día era muy común que hiciera varias cosas a la vez con la intención de terminarlas todas al final de día.
Organizaba mi agenda de acuerdo con la matriz de Sptephen Covey pero siempre se me desbarataba por las interrupciones normales en un día de oficina y en el área en que trabajo.
El resultado es que todas terminaban a medias y yo frustrada.
Así que me propuse entre todas las tareas pendientes, elegir una como prioritaria por encima de las demás y decidirme a terminarla al final del día fuera como fuera. Incluso teniendo las mismas interrupciones (reuniones de última hora, requerimientos de la jefe, llamadas telefónicas, etc).
El resultado es que al concentrarme en una sola cosa, pude terminarla ese día tal como me lo había propuesto.
Lección aprendida:
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Día # 4. Cambiar confrontación por silencio.
Esta actitud me costó mucho afrontarla. Generalmente, cuando no estoy de acuerdo o algo me parece injusto, lo digo y punto.
Me dí cuenta que la mayor parte de las veces es mejor callar y esperar el momento más adecuado. En caliente se dicen muchas cosas que pueden crear susceptibilidades.
Cuando intento ganar una confrontación, no soy yo, es mi ego. El ego nunca quiere perder. Entonces, el enfrentamiento entre dos egos, solo deja perjudicados.
Al moderme la lengua para no sacar a flote todo lo que me venía a la mente, en un principio sentí que me quemaba el alma, pero luego me dí cuenta que es la mejor decisión que podía tomar.
El resultado fue una gran paz mental y cero conflictos innecesarios.
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Día # 5. Evitar tomar todo a modo personal.
Otro gran reto que tuve en estos doce días. Tiendo a ser muy emocional y a no diferenciar una cosa de la otra. Mucho corazón para todo.
Hacer algo con mucho esmero y luego ver como el equipo de trabajo lo cambiaba totalmente, era para mí una afrenta. Casi pensaba: “Para esa gracia mejor lo hacen ustedes”.
Lo que no entendía es que varias cabezas piensan más que una y en ese momento lo que primaba era la decisión de equipo. En el fondo lo que había hecho seguía allí en esencia. El “cambio” realizado era necesario.
¿Qué pasaba entonces?
Que le daba rienda suelta a mi ego. ¡Otra vez el ego!
Él nunca querrá perder nada. Todo es como una competencia.
“Vacíate de tu ego y ya no podrás ser dañado ni herido por nadie” Anónimo. - Retuitealo ahora
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Día # 6. Ser más asertiva.
Mi mayor recaída con este tema, me dio una semana de desasosiego ¿por qué? Me fui lanza en ristre contra una amiga.
Ese día no apliqué el filtro APN (Aporte, Pertinencia, Necesario) de la asertividad que mencionó en el artículo “La asertividad ¿eso con qué se come?”
Ser asertiva es una habilidad tan difícil de desarrollar cuando se tiene mucho ego y se dejan las emociones sueltas.
De entrada soy bastante emocional, al punto que ese detalle me juega malas pasadas.
Ser asertiva ha sido un propósito desde siempre y sigue estando entre mis prioridades.
La diplomacia y el tono neutro para decir las cosas es lo más difícil de practicar.
¡Vale la pena seguir intentando! La mejora continua nunca termina.
Retomo una pequeña historia que se encuentra el artículo mencionado:
Un niño que estaba muy enojado con un amiguito. Habían peleado y él le había dicho cosas desagradables. Su padre lo llevó al taller de carpintería que tenía y le entregó un trozo de madera y algunos clavos. Le dijo que enterrará todos lo clavos en la madera hasta que hubiese terminado.
Al rato, le dijo que los arrancará. Uno a uno, el niño lo hizo.
Cuando hubo terminado, su padre le mostró los hoyos que tenía la madera y le dijo: —Cada palabra que digas, será como cada clavo enterrado en esta madera, podrás quitarlos pero nunca volverá a ser como antes. Las huellas serán imborrables.
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Día # 7. Evitar que otros me contaminen con sus emociones negativas.
Las emociones negativas de los demás contaminan tu vida, si tu lo permites. Si bien hay que aclarar que es muy distinto tener ese tipo de emociones como instinto de supervivencia y otra muy distinta es botarlas como basura sobre los demás.
¿Cómo evitamos esos “carros de basura andantes”? Te lo ilustro con la fábula del samurái:
Las emociones negativas de los demás contaminan tu vida si tu lo permites. Si bien hay que aclarar que es muy distinto tener ese tipo de emociones como instinto de supervivencia y otra muy distinta es botarlas como basura sobre los demás.
Mantener la serenidad no es fácil
¿Cómo evitamos esos “carros de basura andantes”? Te lo ilustro con la fábula del samurái:
Cerca de Tokio vivía un gran samurái, ya anciano, que ahora se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí.
Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para captar los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha.
Conociendo la reputación del samurái, estaba allí para derrotarlo y aumentar así su fama.
Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.
Fueron todos hasta la plaza de la ciudad, y el joven comenzó a insultar al viejo maestro.
Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió a la cara, gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados.
Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
―¿Cómo ha podido usted soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podía perder la lucha, en vez de mostrarse cobarde ante todos nosotros?
―Si alguien se acerca a ti con un regalo, y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo? — preguntó el samurái—.
―A quien intentó entregarlo —respondió uno de los discípulos.
―Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos —dijo el maestro—. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Otro método que recomiendo es el de la comunicación en 4 pasos para evitar los comentarios desagradables de la coach Talane Miedaner extractado del libro “Coaching para el éxito“:
- Informa. “¿Te das cuenta que me estas gritando” o “¿Te das cuenta de tu crítica no es constructiva?”. Si la persona sigue pasa al paso 2.
- Pide. “Deja de gritarme” o “Sólo te pido una crítica constructiva”. Si la persona sigue, pasa al paso 3.
- Exige e insiste. “Insisto en que dejes de gritarme, relájate y te escucho” o “Seguir asi no sirve de nada conmigo”. Si la persona sigue, pasa al paso 4 (no ocurre casi nunca).
- Abandona la conversación. Omite sus palabras y vete. Si la relación con esa persona no se modifica, déjala a un lado. Quienes te quieren de verdad nunca llegarán aquí.
Te aseguro que funciona, ya hice la prueba.
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Día # 8. Evitar que me hablen mal de otros, sea cierto o no.
Evitar que alguien nos cargue con emociones negativas al hablarnos mal de otros sin estar presente, nos llena de energía positiva y no caemos en el círculo vicioso de los comentarios.
Un buen método es aplicar los tres filtros de Sócrates:
LOS TRES FILTROS
Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
—¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
Sócrates lo interrumpió diciendo:
—¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los tres filtros lo que me vas a decir?
—¿Los Tres Filtros?
—¡Sí! —replicó Sócrates—. El primer filtro es la VERDAD. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?
—No… lo oí decir a unos vecinos…
—Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD. ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?
—No, en realidad no… al contrario…
—¡Ah!—interrumpió Sócrates—. Entonces vamos a la último Filtro. ¿Es NECESARIO que me lo cuentes?
—Para ser sincero, no…. Necesario no es.
—Entonces —sonrió el sabio—. Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
¿Tienes algo que decir a una persona de otra?. Recuerda pasarlo por la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD antes de decirlo.
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Día #9. Quedarme siempre con lo bueno de las personas.
Hace unos días tenía mi primera cita con el neurólogo, al entrar en su consultorio, encontré una persona muy disgustada. Me hablaba cortante.
Por mi parte, opté por sonreír y preguntarle: —Doctor, ¿está enojado conmigo? Llevo cinco minutos aquí y lo noto muy molesto.
El doctor se quedó mudo y reflexionando. Luego me contestó que no había ninguna razón para estar enojado conmigo. Me pidió disculpas y cambió su actitud.
Pude ver que es un gran médico, solo que a lo mejor había pasado por un mal momento mucho antes que yo ingresara a su consultorio.
Cuando volví a la segunda cita, estaba sonriente y se acordaba que yo en medio de la consulta, le había preguntado por unas hermosas porcelanas que había en la oficina anterior y que lo habían hecho reír.
Eran unos cuyes rosados de una doctora que también atiende en el mismo consultorio.
Las personas tienen cosas buenas como no tan buenas. En la balanza siempre debe pesar lo bueno. Un mal día lo tiene cualquiera.
Veamos lo bueno de todos los que nos rodean, especialmente, de la familia, amigos y compañeros de trabajo.
Nadie sabe la procesión que lleva por dentro cada persona que nos rodea.
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Día # 10. Reconocer los errores y pedir perdón, si es necesario.
Días antes de empezar el experimento, herí una amiga con unas palabras de las que me arrepiento con creces. Pasé una semana terrible dándome látigo.
Tenía que disculparme y lo hice. Todavía tengo pendiente hablar con ella de tú a tú en un lugar neutro. Lo importante es que pedí perdón y lo hice también con palabras. Le regalé un libro que conmemora a su mayor ídolo: su madre.
Como seres humanos nos dejamos dominar por el ego. Aprendamos a controlar los impulsos.
¿Sientes deseos de decir miles de cosas que pueden herir sin saberlo? Escríbelo y luego guárdalo para ti en un lugar del que después pueda rescatarlo para leerlo y darte cuenta que no era necesario. Así no dañas una relación ni te perjudicas tontamente.
Abraham Lincoln, aprendió la lección luego de ser retado a duelo por unas palabras que dijo.
Esto le enseño la prudencia.
Así que cuando estaba muy disgustado y quería decirle unas cuantas verdades a alguien, le escribía una carta pero jamás la enviaba.
Así desahogaba su ira.
Cuando tenía la persona enfrente atinaba a expresarse de la manera más asertiva posible. No dañaba el honor de nadie, por el contrario, ganaba admiración.
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Puede interesarte: Calma, cordura y paciencia del blog Inspirulina.
Día # 11. Escuchar activamente
¡Vaya, si es difícil! Nos hemos habituado a oír pero no a escuchar. El otro no ha terminado de hablar y ya estamos pensando que responder o incluso en interrumpir.
Me sorprendí cometiendo este error que creía derrotado. Es normal, somos humanos y en el camino nos equivocamos. Lo importante es tomar conciencia y empezar de nuevo.
Cuando escuchamos activamente, sin juicios de valor y alentando con preguntas a que la otra persona continue hablando, generamos empatía.
No es que lo que nos pasa no sea importante, sino que ganamos y aprendemos más dándole protagonismo al interlocutor.
Todos queremos sentirnos importantes, otorguemos el regalo de estar 100% atentos.
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Día # 12. Agradecer a Dios por las bendiciones recibidas.
No sé en que creas o no, pero yo creo en Dios como poder infinito y lleno de amor. He recibido tantas bendiciones que se me había olvidado agradecerle.
Por algo dicen que sufrimos de amnesia cuando estamos en las buenas y cuando estamos en las malas corremos a perdirle de todo.
El momento oportuno es siempre.
También es importante dar las gracias a tus amigos, a tu familia, a tu pareja, a tus hijos, a tus compañeros de trabajo e incluso a tus enemigos porque fortalecen tu carácter.
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¿Funcionó mi experimento?
¡Sí! Soy más consciente de cada palabra, de cada actitud, aprendí a agradecer cada día mi trabajo, mi familia, mis amigos y a Dios.
Me he visto reaccionando de manera positiva ante situaciones en las que antes hubiese generado conflictos.
Ahora, esto no quiere decir que apliqué el método de los 12 días y ahí quedó todo. Por el contrario, sigo trabajando en las 12 actitudes nuevas (algunas, no tanto) que considero necesito para mi desarrollo personal y mi marca personal.
Las actitudes tóxicas no se erradican ade la noche a la mañana, requieren constancia y pequeñas victorias.
Recuerda que la marca personal es ¿Quién soy? (lo interno), ¿Cómo me perciben? (lo externo) y ¿cómo las hago coherentes? (la confluencia de lo interno y lo externo).
Por eso es tan importante, trabajar desde adentro hacia afuera para lograr la coherencia.
No hay marca personal sin desarrollo personal. ¿De qué sirve el empaque, si el contenido no es consecuente?
¿Y tú? ¿Ya hiciste el balance de tus actitudes tóxicas? ¿Aplicarás los 12 días, 12 actitudes nuevas o tienes una propuesta mejor?
Si deseas seguir mi método, suscríbete y recíbelo en tu correo.
¡Menudo experimento Maryory! Cuando te marcas retos experienciales e intensos como éste, te haces mucho más consciente del gran poder que tienes sobre tu vida.
“Quedarse con lo bueno de las personas”, me ha resonado y creo que la tengo instaurada. Al leerte otras actitudes, me he motivado a actualizar algunas como “Elegir el silencio versus la confrontación”
Estoy de acuerdo contigo que requiere de un entrenamiento continuado, no es un botón mágico, pero merece la pena hacer limpieza de algunas actitudes, sin duda.
Me uno a tu propuesta y ¡por supuesto la compartiré con los demás!
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Hola:
¡Muchas gracias por el comentario!
Atreverse una misma a tener este tipo de retos existenciales es crecer espiritualmente. Las cosas que nos suceden tienen su origen en mayor medida, en conductas propias. El mundo es un espejo que refleja todo lo que falta por hacer a nivel personal.
Mejorar determinadas actitudes no se logran de la noche a la mañana, hay que insistir hasta que se conviertan en un hábito.
Es una nota que coincidamos en ver lo bueno de las personas. Es algo que siempre debemos tener en cuenta.
Muchas gracias por unirte a la propuesta. Espero que obtengas también muchos beneficios.
Saludos,
Maryory
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